Juana Murcia Vivancos nace en el seno de una familia palmareña muy conocida e implicada en el pueblo. Desde pequeña sintió un cariño muy especial por los libros y la naturaleza. A través de asociaciones de mujeres recibió premios literarios por la expresión de sentimientos en sus escritos.
En la actualidad, casada y madre de cuatro hijos, compagina su trabajo con la colaboración en ONGS., como la de Murcia Pro Mundo a la que ha donado la recaudación de su libro «El corazón en la ventana».
De esta obra recitó dos poemas en la primera fiesta de la Oralidad de la Asociación Cultural La Asomada. Su prologuista Juan Ginés Alcaraz escribe de su obra: «Es su obra poética una agradable y amena compilación de sentimientos y emociones de los que se desprenden una sensibilidad especial para hacer
cercano a quien lo lee un universo personal plagado de recuerdos, de lugares, de momentos pasados en unos casos y muy actuales en otros, con sus luces y sombras, sus certezas y sus dudas»
De los treinta y cuatro poemas que componen esta obra Juana eligió dos muy significativos para ella como son: «QUÉ BIEN HUELE TU MALETA», poema dedicado a su padre y «MI TIERRA», un canto a su querido pueblo El Palmar. Hermanas Murcia Vivancos
«QUÉ BIEN HUELE TU MALETA»
Llega cada invierno
con sus tardes grises,
vuelven a mi mente
recuerdos felices.
Ilusión de niña,
por ver tu presencia
con esa morriña
que evoca vivencias..
La protagonista;
aquella maleta
que guarda en su fondo
aromas a jabón.
Olor penetrante
que cuenta mil cosas
de tierras lejanas,
con la cobertura de color marrón;
maleta de emigrante,
maleta de cartón.
Si el cartón hablase
¡que cosas diría…!
Cuantas soledades,
penas, sinsabores,
nostalgias, errores…
Y con pensamientos
pasaban los días
tachando almanaques
que nunca corrían.
Y en los bajos Alpes
— a la madrugada–
(medio noche– día)
elevas los ojos
vives la alborada,
solo la montaña
en tu compañía.
Con el aire puro
la falda del monte
muestra sus colores;
tulipanes (flores
que sabes me gustan)…
Ya asoma su brazo
la limpia mañana
y murmuras bajo:
«Si lo viera Juana…»
Por ti he conocido
«la vaca que ríe»,
el buen chocolate
y el queso francés.
Pero no es bastante
por lo que he perdido
y dejo mi infancia
a medio crecer.
Más, mírame padre,
comprendo tu vida
valoro tu esfuerzo
con su sacrificio
Ha sido el sistema
que te llevas lejos
a tierra extranjera,
y también tu oficio.
En el alma quedan
esas cicatrices que si no
estuvieran, posible es que
hubieran sido
como otras etapas felices.
Y aún no es muy tarde;
cuando andar camino
te resulte duro, busca
tu maleta, desempólvala.
Nos iremos lejos
pasando fronteras,
no tenemos meta
solo caminar.
Hablaremos mucho
lo que poco hicimos
por no estar muy cerca,
no siendo posible
poder conversar.
Volvemos a casa…
La gran aventura
llegando a este punto
queda ya completa.
Y la vida sigue…
¡Lo que hemos corrido
con nuestra maleta…!
Allí sigue inmóvil
en un viejo estante
con sus mil secretos,
rugosa, distante
con la espalda rota
y aroma de jabón
Maleta de emigrante,
Maleta de cartón…
«MI TIERRA»
Casi es desconocida…
¿qué queda de aquella tierra
que recuerdo sin dominios,
sin fronteras y ataduras,
donde reían los niños
y jugaban travesuras?
¿Y su camino hacia el monte?
El algarrobo, la higuera,
el almendro, la amapola
compañeros de paseo
cuesta arriba; sol de frente,
donde encontrabas la gente
con su libro o su jaleo
A lo lejos y distante
aparece D. Miguel:
con sotana y Misal,
el beso en anillo y mano
formaba parte integrante
de un completo ritual.
El viento de la pinada
el musgo, las caracolas
olían a mil cosas mezcladas
de naturaleza amiga.
Podría haberse llamado
«el camino de la vida»
tan libre e interesante…
Durante toda mi vida
en páginas del recuerdo
lo llevaré por delante.
Y lloran los olivos
cuando fueron arrancados.
Con sudor trabajadora
las raíces de su suelo
en su juventud lejana
habían sido alimentados.
¿Que queda de mi montaña?
Recuerdos, color,infancia…
Menos mal, que no le ponen
también cerco a la nostalgia
12 de enero de 1989